LA MOTIVACIÓN EN EL FUTBOLISTA DE REGIONAL.
El futbolista de Regional es la transición competitiva entre el fútbol base y la semiprofesionalización de la tercera división, puede ser una categoría puente o el tope competitivo de la carrera de un jugador y seguro que en ella aprenderá más que en cualquier otra categoría por la mezcla de jugadores que se dan en ella.
Los equipos de Regional suelen estar formados por un compendio de jugadores jóvenes y veteranos, hombres con ilusión por vivir del fútbol y hombres que tan solo buscan matar el gusanillo de su pasión, es un choque generacional entre el sueño y la realidad, de ahí proviene su magia particular.
He arbitrado muchos partidos de regional y como en botica he visto de todo, desde auténticos carniceros terroristas del fútbol que descargan su frustación personal y profesional contra jugadores más jóvenes y por lo tanto más rápidos mediante salvajes patadas y brutales codazos, jugadores que no merecen ser llamados de este modo y que ensucian continuamente este bello y noble deporte. También he visto jugadores jóvenes talentosos que no se atreven a dar el paso a la tercera y se conforman compitiento en regional para dar la impresión de que es más bueno de lo que realmente es, también hay jóvenes con muchas ganas de avanzar y sobre todo veteranos enamorados del fútbol que siguen disfrutando cada entrenamiento y cada partido porque es su pasión y a ella le dedican gran parte de su tiempo libre.
El motor que mueve las piernas y cabeza de los futbolistas es la motivación, esa fuerza interior que nos obliga a esforzarnos para lograr una meta. Esa motivación puede ser externa como las primas o incentivos y la interna que proviene de la mente y el corazón de cada uno, si se aumentan las motivaciones externas se reducirán las internas que son las más importantes, la motivación interna de cada jugador debe basarse a cuando jugaba de niño en el colegio o en la calle, esa pasión desbordad cuando le regalaban un balón o una equitación deportiva, la motivación interna del futbolista tiene su raíz en cuando era feliz jugando con sus amigos en las calles y campos de colegios, esa es la madre del cordero.
El futbolista de regional apenas tiene motivaciones externas y escasas recompensas económicas por lo que debe buscar su motivación en su interior, todos tenemos problemas, familia, trabajo, amigos y ganas de aprovechar el escaso tiempo libre que tenemos, por eso la figura del entrenador es clave en elaborar entrenamientos divertidos, donde el balón siempre esté presente, donde reine la alegría y las bromas que provoquen risas sin perder el respeto ni la compostura ni la concentración.
Es bien cierto que a los jugadores no les gusta entrenar sino sólo jugar pero cuando jueguen un partido deben pensar que han dedicado una parte vital de su vida como es el tiempo libre a ganarse la titularidad asistiendo a los entrenamientos, estos jugadores deben de buscar en su interior para encontrar y potenciar su motivación interna, deben de acordarse de cuando jugaban con inocencia y pureza en la calle o en el patio del colegio, donde se disputaba el balón con virilidad pero sin agresividad, donde las discusiones y trifulcas se olvidaban en la próxima jugada, donde la violencia no tenía sitio y la ilusión por ganar no ensuciaba la deportividad.
El jugador debe pensar que si en vez de irse de cañas al bar con los amigos, o cenar tranquilamente con la parienta decide acudir a los entrenamientos con sus compañeros y después acudir a los partidos el fin de semana, recorrerse los pueblos andaluces con kilómetros de autocar y sufrir la ira necia y mediocre de los borregos enjaulados en algunos campos, debe pensar que todo ese esfuerzo y tiempo libre dedicado al fútbol se alimenta del chiquillo ilusionado que correteaba por los campos imaginarios en su mente formado por farolas, descampados y colegios vetustos, aquel chaval que soñaba algún día ser futbolista profesional, ese que sacrificaba su merienda por no perderse ni un minuto del partido vespertino, aquel que dormía con balón regalado y se emocionaba cada vez que marcaba un gol su equipo de siempre.
Cuando un jugador se cambia en el vestuario antes de un entreno o un partido debería buscar al chiquillo que sigue amando al fútbol en su interior, ese niño que alguna vez soñó con ser una estrella futbolera, ese crío lleno de pureza y respeto ante lo que más le gusta en el mundo, jugar al fútbol.
Artículo escrito por Kino cuevas Ortiz.