LA BATALLA DE LOS SUEÑOS.


Reconozco que yo también soñé alguna vez en jugar un Mundial. Supongo que no lo hice con suficiente intensidad o que no fue un sueño muy recurrente, porque me quedé tan lejos de jugarlo entonces, como estoy ahora de resolver un problema de física cuántica.
Supongo que no era un sueño importante para mí, de locontrario, me hubiera esforzado mucho más para alcanzarlo.
Soñar.
Quizá sea ese el principio de todo. Atreverte a soñar con quién quieres ser, en qué jugador te quieres convertir, a verte en la final, con la medalla de oro al cuello o con la Copa del Mundo en tus manos. Atreverte a visualizarlo, a sentirlo y a disfrutarlo intensamente en tu cabeza, en tu corazón y en todo tu cuerpo. Atreverte a vivirlo con tal intensidad que pareciera real.
Imaginarlo con todo lujo de detalles. Sentir los colores, los olores, los sonidos… Imaginarte en ese momento junto a tus compañeros; qué hacen, qué dicen, qué expresión tienen. Imaginar cómo lo vas a celebrar, dónde y con quién. Sentir el momento con tanta claridad que conectes con lo más profundo de tu esencia, con la fuente de tu verdadera motivación. No ponerte límites. Creer que es posible y que puedes conseguirlo.
Soñarlo es solamente el primer paso, pero es imprescindible. De hecho, es posible que sea ése el secreto que marca la diferencia entre los que se rinden ante las dificultades del camino y aquellos que las utilizan como trampolín para impulsarse hacia su sueño.
Creo sinceramente que el mundo pertenece a los soñadores… que se ponen en marcha. A los que se atreven a plasmarlo en una visión concreta, potente, inspiradora e ilusionante que les impulse a pasar a la acción. A los que van a por él con determinación, confianza, seguridad y alegría. A los que ponen los peldaños necesarios en la escalera hacia su visión, definiendo objetivos concretos y estimulantes que les acerquen progresivamente a su sueño. A los que lo ven tan claro que no se distraen y perseveran.
Quienes tienen una visión potente nunca se rinden porque saben que, aunque su sueño está todavía fuera de su alcance, los obstáculos y dificultades que se van encontrar por el camino son, precisamente, lo que necesitan para superarse y desarrollar nuevas capacidades que les ayuden a crecer, hasta convertirte en la persona capaz de alcanzar su sueño. Por eso, tampoco se vencen cuando aparece el Miedo. Lo tienen, pero lo afrontan, arriesgan, lo superan y crecen.
De hecho, creo que lo más importante de alcanzar una meta, un objetivo, un título o un campeonato, no es el premio en sí mismo, ni la medalla, ni el reconocimiento, ni, por supuesto, el dinero. El regalo verdadero es descubrir la persona en que te has convertido para poder lograrlo. El gran regalo es descubrir cómo has crecido y acercarte a pasos agigantados a tu Visión; a la persona que quieres ser y al jugador en que te quieres convertir.
A partir de hoy 736 de los mejores jugadores del mundo comienzan la batalla por alcanzar su sueño. Son los mejores de sus países y han demostrado sobradamente su capacidad para tener el derecho a pelear por conseguirlo.
Imagino todas las maletas, baúles, bolsas y corazones repletos de ilusiones, esperanzas y deseos de victoria y de gloria. Anhelos individuales y colectivos, públicos y privados, declarados o secretos…
De la capacidad de arriesgar, de atreverse, de creer, de confiar en ti, en tus compañeros y en tu entrenador, saldrá el coraje para superar los momentos difíciles y complicados que sin duda, la selección campeona tendrá que ser capaz de solventar.
De la fuerza del sueño de cada uno y del sueño del equipo. De la visión potente y valiente de un entrenador compartida con sus jugadores. De la vitalidad y la fuerza que surgen de la alegría, de la ilusión, de la confianza y de la unión del grupo.
Por supuesto, también de la calidad individual y colectiva, de creer en una idea y de apostar por ella. De tener fe. El miedo nace de la desconfianza y la fe se nutre de lo contrario, de creer que sí puedes. Ambas son contagiosas; el miedo y la fe. Mientras la primera es tóxica y destruye todo lo que encuentra a su paso, la segunda genera alegría, pasión, entusiasmo y convicción. Es una elección y ahí, la energía positiva que nace de conectar con fuerza con tu sueño, quizá sea determinante en el momento decisivo.
En esta vida, o trabajas para cumplir tus sueños o trabajas para cumplir los sueños de los demás. Sé que los mundialistas tienen el privilegio de pertenecer al primer grupo y, mientras descubrimos en qué grupo estamos los demás, nos queda el placer de disfrutar intensamente de la batalla de los sueños.
Imanol Ibarrondo
PD: texto publicado hoy en DEIA: La batalla de los sueños

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