EL FAIR PLAY

Si me preguntaran a quien podría pertenecer esta sorprendente afirmación, tendría algunos perfiles como posibles candidatos. Por un lado, podría pensar en un jugador veterano, preferentemente sudamericano, vendiendo el pollino de ser muy competitivo, con oficio y gran conocedor de los códigos secretos del fútbol.

Por otra parte, me podría encajar un entrenador que de los que afirman muy convencidos que ‘ganar es lo único importante’ y que, por lo tanto, vale todo para ganar. Lo demás son inventos de la gente que no sabe ni entiende de fútbol.

Pensando mal, también podría ponerle voz al comentario el típico periodista que no ha jugado nunca a fútbol, pero parece que lo inventó y conoce todas las claves del rendimiento mejor que nadie.
No desentonaría tampoco en un aficionado forofo para justificar el comportamiento tramposo y pendenciero de su equipo y, por último, se me ocurriría que un presidente desesperado que se está jugando juega la tela, podría intentar buscar mayor agresividad en sus jugadores con un comentario de este tipo.


En todos ellos podría encontrarle un sentido a tan absurda afirmación pero, a quien nunca podría imaginar aseverando algo así, sería a un árbitro. Pues bien, la frase más sorprendente del verano la firma precisamente un árbitro. Y no uno cualquiera, sino uno de los mejores. Lo hizo esta semana Iturralde González en los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander.

No conozco el contexto en el que produjo la frase ni tampoco juzgo su intención, pero lo cierto es que, cuestionado sobre la actitud de jugadores tramposos, afirma que les entiende y que él haría lo mismo.
Iturralde parece haber olvidado que el respeto a las normas, a los árbitros y a los contrarios forma parte de la esencia del juego desde que se inventó. No es opcional. Y no solamente por los árbitros y por el juego, sino por los propios jugadores. Estar pensando en hacer trampas, en engañar, en simular o en provocar al contrario te desconecta del juego y te impide rendir en función de tus capacidades reales.


Desde este blog he defendido en varias entradas (humanos standard y Tecnología, ¿buena para el juego o para el negocio?) la figura del árbitro como parte esencial del juego (tanto como lo son el balón o las porterías y al mismo nivel de protagonismo), pero también es necesario que ellos se ayuden a sí mismos y no remen en dirección contraria con declaraciones como la que titula este post. Provoca confusión y anima a equivocarse.

Espero y deseo que el comportamiento respetuoso y ejemplar que los Xavi, Iniesta, Alonso y compañía demuestran en el terreno de juego siendo campeones del mundo, tenga mayor impacto en el colectivo de futbolistas que la desafortunada frase protagonista de estas líneas.

Coaching Deportivo.

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